MENCIÓN HONROSA
Cierta vez, en un restaurante de poca monta, encontré un cardumen de diminutas pirañas en mi ajiaco. Se comieron todo el pollo y mordisquearon la cuchara, dejándola llena de agujeros. Tras una inspección más cercana, pude ver que en este dichoso “ajiaco” no había ni un gramo de guascas o alcaparras, lo cual explica los pequeños peces invasores. Un ajiaco sin guascas o alcaparras es una vulgar sopa de papa, en la que no es raro que aparezcan estos voraces monstruitos. Con todo, no es el peor ajiaco que me he comido: una vez vi que le echaban zanahoria.
Juan Sebastián Sendoya García, 24 años
Suba.