LA ÚLTIMA VIDA

Mención Honrosa

El lugar siempre me había atraído. La iglesia de Lourdes tenía algo que me llamaba. Esa noche no pude resistir y acompañado por la luna cachaca decidí entrar furtivo. Las calles que me separaban languidecían entre prostitutas y borrachos. Me llegaba de lejos el sonido de los antros chapinerunos y al doblar una esquina vi cómo se alzaban aquellas torres góticas. Los redobles del corazón me arrastraban con fuerza y cuando estuve en el atrio vi una sombra atravesando el portal. El golpe fue contundente. Esa noche aprendí, con mi último maullido, que la curiosidad sí mata gatos.

Felipe Díaz Rodríguez, 29 años
Kennedy .

Ilustración: Amalia Zatizábal .